¿ERES TÚ O TU MÁSCARA?
Bertha Martínez
LE PREGUNTARON A MAHATMA GANDHI CUÁLES SON LOS FACTORES QUE DESTRUYEN AL SER HUMANO, Y ÉL RESPONDIÓ:
LA
POLÍTICA SIN PRINCIPIOS, EL PLACER SIN COMPROMISO, LA RIQUEZA SIN
TRABAJO, LA SABIDURÍA SIN CARÁCTER, LOS NEGOCIOS SIN MORAL, LA CIENCIA
SIN HUMANIDAD Y LA ORACIÓN SIN CARIDAD.
LA VIDA
ME HA ENSEÑADO QUE LA GENTE ES AMABLE, SI YO SOY AMABLE; QUE LAS
PERSONAS ESTÁN TRISTES, SI ESTOY TRISTE; QUE TODOS ME QUIEREN, SI YO LOS
QUIERO; QUE TODOS SON MALOS, SI YO LOS ODIO; QUE HAY CARAS SONRIENTES,
SI LES SONRÍO; QUE HAY CARAS AMARGAS, SI ESTOY AMARGADO; QUE EL MUNDO
ESTÁ FELIZ, SI YO SOY FELIZ; QUE LA GENTE ES RABIOSA, SI YO SOY RABIOSO;
QUE LAS PERSONAS SON AGRADECIDAS, SI YO SOY AGRADECIDO.
LA
VIDA ES COMO UN ESPEJO: SI SONRÍO, EL ESPEJO ME DEVUELVE LA SONRISA. LA
ACTITUD QUE TOME FRENTE A LA VIDA, ES LA MISMA QUE LA VIDA TOMARÁ ANTE
MÍ. "EL QUE QUIERA SER AMADO, QUE AME".
Estamos
tan condicionados y programados, para pensar y comportarnos de una
determinada manera que en la sociedad actual ser auténtico es un acto
casi revolucionario.
“En vez de mostrarnos auténticos, honestos y libres, solemos interpretar un personaje que es del agrado de los demás”
Se
cuenta que un reconocido y anciano catedrático de psicología, llevaba
décadas investigando acerca de la epidemia de vacío existencial y del
sinsentido vital que padecían la mayoría de seres humanos. Si bien solía
proyectar ante los demás una imagen de seriedad y seguridad, en soledad
reconocía sentirse triste y confundido. No acababa de comprender por
qué, a pesar de seguir al pie de la letra todo lo que el sistema le
decía que tenía que hacer para lograr éxitos y riquezas materiales, en
el fondo de su corazón se sentía tan pobre y vacío.
Y
así siguió hasta que una mañana entró en una concurrida cafetería y
pidió una manzanilla. Seguidamente, la joven camarera cogió una bolsita
prefabricada con una mano y un cuenco lleno de ramitas y hojas secas con
la otra. Y muy amablemente le preguntó: “¿Cómo la quiere: normal o
natural?”.
Sorprendido, el catedrático señaló el
cuenco con hojas secas. Y mientras se estaba tomando la infusión,
obtuvo la revelación que llevaba décadas buscando. Se abalanzó sobre la
camarera y le dio un sonoro beso de agradecimiento. Entusiasmado, le
dijo: “¡En esta sociedad lo normal no tiene nada que ver con lo
natural!”. Y salió con una sonrisa de oreja a oreja, como si hubiera
encontrado un tesoro.
“¿Qué más da lo que piense la gente?
La opinión de otras personas solo tiene importancia si nosotros se la concedemos”
La
sociedad contemporánea se ha convertido en un gran teatro. Al haber
sido educados para comportarnos y actuar de una determinada manera, en
vez de mostrarnos auténticos, honestos y libres -siendo coherentes con
lo que en realidad somos y sentimos-, solemos llevar una máscara puesta y
con ella interpretamos a un personaje que es del agrado de los demás.
SI
BIEN VIVIR BAJO UNA CARETA NOS PERMITE SENTIRNOS MÁS CÓMODOS Y SEGUROS,
CON EL TIEMPO CONLLEVA UN PRECIO MUY ALTO: LA DESCONEXIÓN DE NUESTRA
VERDADERA ESENCIA. Y EN ALGUNOS CASOS, DE TANTO LLEVAR UNA MÁSCARA
PUESTA, NOS OLVIDAMOS DE QUIÉNES ÉRAMOS ANTES DE PONÉRNOSLA.
Lo
cierto es que algunos sociólogos coinciden en que en nuestra sociedad
ha triunfado el denominado “pensamiento único”. Es decir, “la manera
normal y común que tenemos la mayoría de pensar, comportarnos y
relacionarnos”.
Así, al entrar en la edad adulta
solemos ser víctimas de “LA PATOLOGÍA DE LA NORMALIDAD”. ESTA SUTIL
ENFERMEDAD -DESCRITA POR EL PSICOTERAPEUTA ALEMÁN ERICH FROMM- CONSISTE
EN CREER QUE LO QUE LA SOCIEDAD CONSIDERA “NORMAL” ES LO “BUENO” Y LO
“CORRECTO” PARA CADA UNO DE NOSOTROS, POR MÁS QUE VAYA EN CONTRA DE
NUESTRA VERDADERA NATURALEZA.
"Dime de qué presumes y te diré de qué careces” (refrán popular)
A
pesar del malestar generalizado, solemos priorizar el “cómo nos ven” al
“cómo nos sentimos”. Tanto es así que para muchos la pregunta de
cortesía “¿cómo estás?” supone todo un incordio. La mayoría nos
limitamos a contestar mecánicamente: “Bien, gracias”. Y en caso de no
poder escaquearnos, enseguida redirigimos la conversación hacia
cualquier “charla banal”. Es decir, la utilizamos para fingir que nos
estamos comunicando, cuando en realidad lo único que estamos haciendo es
llenar con palabras un potencial silencio incómodo.
En
este contexto social, algunos individuos ocultan sus miserias y
frustraciones tras una fachada artificial que seduzca e impresione a los
demás. La paradoja es que cuanto más intentamos aparentar y deslumbrar,
más revelamos nuestras carencias, inseguridades y complejos ocultos. De
hecho, la vanidad no es más que una capa falsa que utilizamos para
proyectar una imagen de triunfo y de éxito. Es decir, la máscara con la
que en ocasiones cubrimos nuestra sensación de fracaso y vacío.
SI
LO PENSAMOS DETENIDAMENTE, ¿QUÉ ES LA “RESPETABILIDAD”? ¿QUÉ ES EL
“PRESTIGIO”? ¿QUÉ ES EL “ESTATUS”? ¿QUÉ TIPO DE PERSONAS LO NECESITAN?
EN EL FONDO NO SON MÁS QUE ETIQUETAS CON LAS QUE CUBRIR LA DESNUDEZ QUE
SENTIMOS CUANDO NO NOS VALORAMOS POR LO QUE SOMOS.
En
este sentido, ¿qué más da lo que piense la gente? De hecho, ¿quién es
la gente? Nuestra red de relaciones es en realidad un espejismo. En cada
ser humano vemos reflejada nuestra propia humanidad. Por eso se dice
que los demás no nos dan ni nos quitan nada; son espejos que nos
muestran lo que tenemos y lo que nos falta.
La gente no nos ve tal y como somos, sino como la gente es.
O
como dijo el filósofo Immanuel Kant, “no vemos a los demás como son,
sino como somos nosotros”. De ahí que la opinión de otras personas solo
tiene importancia si nosotros se la concedemos.
“La verdad que nos libera suele ser la que menos queremos escuchar” (Anthony de Mello)
“No dejéis que el ruido ahogue vuestra propia voz interior. Ella ya sabe lo que vosotros realmente queréis ser” (Steve Jobs)
No
importa quiénes seamos, qué decisiones tomemos o cómo nos comportemos.
Hagamos lo que hagamos con nuestra vida, siempre tendremos admiradores,
detractores y gente a quien resultemos indiferentes. Pero entonces, si
nuestras relaciones se sustentan sobre este juego de espejos y
proyecciones, ¿por qué fingimos? Seguramente por nuestra falta de
confianza y autoestima.
Para cultivar una sana
relación de amistad con nosotros mismos, lo único que necesitamos es
modificar la manera en la que nos comunicamos con nosotros a través de
nuestros pensamientos. Solo así podremos aceptarnos, respetarnos y
amarnos por el ser humano que somos, con nuestras cualidades, virtudes,
defectos y debilidades.
LO DEMÁS SON
COMENTARIOS, RUIDO QUE HACE LA GENTE PARA NO ESCUCHAR SU PROPIO VACÍO.
LO QUE ESTÁ EN JUEGO ES NUESTRA LIBERTAD PARA SER “AUTÉNTICOS”;
CONVERTIRNOS EN QUIENES VERDADERAMENTE SOMOS, SIGUIENDO LOS DICTADOS DE
NUESTRA PROPIA VOZ INTERIOR.
ESO SÍ, DEBIDO A
LAS MÚLTIPLES CAPAS DE CEBOLLA CON LAS QUE HEMOS SIDO CONDICIONADOS, HOY
DÍA SER UNO MISMO ES UN ACTO REVOLUCIONARIO.
¿POR QUÉ NO DEJAMOS DE FINGIR Y ESCUCHAMOS A NUESTRA VOZ INTERIOR?
Publicado por ESTEBAN PÉREZ
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