miércoles, 21 de septiembre de 2011

Hacer juicios les cierra sus corazones Saúl en Español - DESPERTANDO 20110713

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Atte eduardoduendes
 
El amor está en todos lados, Es todo lo que hay, y así entonces ustedes son parte de Él, eternamente y para siempre. Éste envuelve y abraza a toda la vida, y nada apartado a él existe, como habrán de descubrir cuando despierten—como seguramente lo harán.
Cuando ocurra el despertar de la humanidad, su alegría será sin límites. Han estado esperando tanto tiempo para este momento de transformación, batallando para liberarse de los juicios, la culpa, y la condenación—lo cual cierra sus corazones—así para que puedan abrir sus corazones para recibir y compartir la abundancia del Amor que su Padre ofrece incesantemente.
Ahora el perdón—la llave para abrir sus corazones—de ustedes mismos y de los demás está siendo visto en lo que, hasta hace muy recientemente, habría aparentado ser de los lugares más impensados. Es el regalo más maravilloso que ustedes puedan ofrecer a los demás, y el más útil, porque disuelve las desavenencias que han causado intenso sufrimiento a generaciones en familias, tribus, naciones y varios otros grupos que han encontrado dentro de ellos mismos diferencias irreconciliables que se condujeron en conflicto.
El enorme incremento en el número de ustedes que comparten el perdón por todo el planeta es inspirador y ennoblecedor, y está en marcado contraste a los numerosos conflictos que continúan trayendo miseria y sufrimiento a tantos. Ustedes todos han alimentado y han sostenido los rencores, juicios y condenas a aquellos quienes los han herido u ofendido y esto les trae sentimientos, algunas veces muy intensos, de amargura cuando traen a la mente a aquellas personas y a las ofensas que cometieron en contra de ustedes. La amargura es muy dañina y les impide experimentar cualquier paz, contentamiento, o felicidad y si ustedes se engranan con ella diciéndose a ustedes mismos que tienen el derecho de sentirse amargados, ésta se alimenta a sí misma hasta que se difunde a cada área de sus vidas.
El perdón disuelve la amargura. Sin embargo, cuando ustedes se sienten amargados, puede ser muy difícil abrazar el perdón y permitir que se derrita la amargura. En estas instancias, puede ser muy útil recordarse a ustedes mismos que aquellos quienes los han herido u ofendido son ellos mismos los que vivencían considerable dolor y sufrimiento, razón por la cual ellos los atacaron en primer lugar, y esto les permitirá sentir alguna compasión hacia ellos. Una vez que ustedes comienzan a sentir compasión hacia ellos, su resentimiento se aliviará, permitiendo el perdón dentro de sus corazones para disolver cualquier amargura que resida ahí.
Cuando esto ocurra, se encontrarán a ustedes mismos dispuestos para abrazar el perdón entusiásticamente para encontrar la paz y el contentamiento que les traiga cuando el estrés de la inmisericordia se desvanezca. Eventualmente encontrarán que sus rencores y resentimientos se han ido, que raramente hacen juicios negativos, y que han perdonado a todos, incluso se han perdonado a ustedes mismos.
Finalmente, descubrirán que han dejado de perdonar porque ya no hay necesidad de perdonar porque todo lo que permanece dentro de ustedes mismos es amor—amor por todos, porque ustedes son uno con todo, en tanto progresan todos juntos hacia el despertar.
Así entonces, abracen el perdón y permitan que les muestre que verdaderamente no hay nada ni nadie a quién perdonar, en tanto se dan cuenta que el dolor, la miseria y el sufrimiento son parte de la ilusión, y que cuando perdonan a aquellos a quienes ustedes perciben han causado esas condiciones, solamente quedará amor dentro de ustedes. Y desde luego esto tiene perfecto sentido porque todo fue creado a partir del Amor, dentro del Amor; no existe otro estado. El amor está en todos lados, Es todo lo que hay, y así entonces ustedes son parte de Él, eternamente y para siempre. Éste envuelve y abraza a toda la vida, y nada apartado a él existe, como habrán de descubrir cuando despierten—como seguramente lo harán.
Con mucho, pero mucho amor, Saúl.

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